domingo, 24 de agosto de 2014

Notas breves sobre Cortázar (II)

La realidad es otra cosa.

Cortázar opera un doble desgarro en la realidad del lector, por un lado, despabila a quien corresponda sobre la imposibilidad de quedarse con lo dado, con lo dicho, lo impuesto. Por el otro, da cuenta que todo arte es un acto revolucionario o no es nada: la realidad debe ser superada, denunciando todas sus falencias. Y el azar es uno de los lugares que le quedan cómodos a Cortázar para subvertir la realidad con las palabras. Entre tantas certezas, la utilización del azar resulta imperiosa para desmitificar lo dado, lo dicho, las conductas y creencias con las que vivimos y morimos aferrados y temerosos.

Cortázar va un poco más allá de eso: hace del azar una formalidad, un lugar existente bajo (o al costado) de nuestra realidad cosificada, densa e imperturbable. Frente a los destinos marcados, el azar gobierna, como un juego, como una ruptura que delata la falla, el error en el que estamos sumidos, el que nos han impuesto. 

Estos otros lugares (Juan José Saer quizá haya llamado a esto “la zona”) son tema fundante de la narrativa de Cortázar. La liquidación del lugar común, su destrucción, la idea ingenua pero luminosa de que la realidad es otra cosa, es una de las bases de su narrativa. 

“Un tal Lucas”, “62/ Modelo para armar”, “Rayuela”, el cuento “Manuscrito hallado en un bolsillo” entre otros o casi todos sus cuentos, tienen en su base el poder leer la realidad de otra manera con la finalidad de destruirla. Esta destrucción se produce en el momento en que el azar se hace inteligible y toma forma bajo la pesada rutina diaria, por fuera de las densas estructuras mentales que nos gobiernan, y es ahí donde asoman las palabras para subvertir el orden, lo impuesto, desde el reflejo de las miradas que se cruzan en la ventanilla del metro, desde en una mujer que vomita conejitos, o desde un personaje inconcebible cuyas únicas palabras, durante toda una novela, serán: “bisbis, bisbis”.



lunes, 18 de agosto de 2014

Anatole France, un escritor olvidado (II)

Buscando el índice de capítulos de Ulises de James Joyce, en la parte de atrás del libro, me encuentro con que éste fue impreso en la calle Anatole France, de Sarandí, Buenos Aires. Enseguida pensé que la mejor manera de olvidar a alguien es, definitivamente, nombrar a una calle con su nombre, ponerle “sangre de estatua” como bien dijo Girondo un día. Se puede decir también que los premios ayudan al olvido: Anatole France es premio Nobel de literatura en el año 1921. Quién sabe cuáles son los factores que ayudan al olvido, más en este caso me gusta pensar que el autor, su vasta obra (más de sesenta novelas), fue echada al olvido, fue dejada de lado. Anatole France es un escritor que incomoda. Quizá es uno de los escritores que inaugura, junto a Émile Zola, lo que se llama un “escritor comprometido”. Quizá por eso Osvaldo Bayer lo nombra cada tanto en sus libros y entrevistas. También el enorme David Viñas, en una famosa conversación que tiene uno de los personajes de su novela "Los dueños de la tierra". Sus durísimas críticas sociales escritas con mucho rigor, ironía y desenfrenado acierto, le han hecho ganar una buena caterva de enemigos. El resultado es que hay pocas ediciones nuevas de sus obras. Sus libros más famosos, quizá “La isla de los pingüinos” se puede encontrar en alguna librería. El resto de su obra se halla dispersa por librerías de usados y saldos, las ediciones del Mirasol, de los años sesenta, y varios libros amarillentos por el tiempo, de la época en que los impresores no se dignaban, en la última página del libro, a poner la fecha en que hicieron su trabajo. Uno de ellos está amablemente prologado por un joven Pablo Neruda.

Acá dejo, entonces, algunas frases que me gustan mucho de él, por su claridad, su irónica dureza, y por lo bien que están escritas.

 

"En Francia somos militares y somos ciudadanos. Otro motivo de orgullo: ser ciudadanos! Esto consiste, para los pobres, en sostener y conservar a los ricos en su poderío y ociosidad. Han de trabajar ante la majestuosa equidad de las leyes, que prohíben tanto al rico como al pobre acostarse bajo los puentes, mendigar en las calles y robar pan. Es uno de los beneficios de la Revolución (francesa). Como la Revolución fue hecha por locos y por imbéciles en provecho de los compradores de bienes nacionales, y en realidad sólo conduce al enriquecimiento de los aldeanos taimados y de los burgueses usureros, alzó, con el nombre de Igualdad, el imperio de la riqueza y entregó a Francia a los hombres adinerados de un siglo acá (...) El gobierno aparente, compuesto por pobres diablos lastimosos y calamitosos, está sometido a los banqueros"
"Choulette".

"No desconoce usted, mi estimado maestro, la fuerza de la sugestión. Basta darle a un hombre un fusil con bayoneta calada para que la hunda en el vientre del primer transeúnte y, como dice usted, se transforme en un héroe".

"Los hombres, como primera obligación social, aprenden a matar metódicamente a sus prójimos, y en los pueblos civilizados, la gloria carnicera es la mayor de las glorias"


"El maniquí de mimbre"