El
corazón, si pudiese pensar, se detendría.
Fragmento 1
ABSURDO
Nos convertimos en esfinges, aunque falsas, hasta el punto de no saber ya
quiénes somos. Porque, por lo demás, lo que somos es esfinges falsas y no
sabemos lo que realmente somos. El único modo de que estemos de acuerdo con la
vida es que estemos en desacuerdo con nosotros. Lo absurdo es lo divino.
Establecer teorías, pensadas larga y honestamente, sólo para embestir, después,
contra ellas; actuar y justificar nuestras acciones con teorías que las
condenan. Trazar un camino y obrar de inmediato de modo tal que, por ese
camino, ya no podamos seguir. Gesticular y proceder como alguien que no somos
ni aspiramos a ser; como alguien que ni siquiera pretendemos que sea
considerado como siendo nosotros.
Comprar libros para no leerlos; ir a conciertos para no escuchar la música ni
para ver quien allí va; dar largos paseos porque se está harto de caminar e ir
a pasar unos días al campo sólo porque el campo nos disgusta.
Fragmento 23
A mí, cuando veo un muerto, la muerte me parece una partida. El cadáver me
impresiona como una vestimenta que se dejó. Alguien partió y no necesitó
llevarse puesto ese uniforme único que hasta allí vistió.
Fragmento 40
(...) Nada me salva de la monotonía, a no ser estos breves comentarios que hago
a propósito de ella. Me basta con que mi celda tenga ventanas en las rejas, y
escribo en los vidrios, en el polvo de lo necesario, mi nombre en letras
grandes, firma cotidiana de mi contrato con la muerte.
Fragmento 42
4 comentarios:
El libro del desasosiego debe tomarse a pequeños sorbos. Como diría Rimbaud, es un licor fuerte como metal fundido...
Este libro cambio mi perspectiva completamente. Tiene poderes.
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