La esperanza de transgredir la ley estaba ligada a la decepción que, en el movimiento mismo de la transgresión, le conducía a dictar una ley semejante, aunque con más poder, que había que transgredir entonces de nuevo, sin esperanza de conseguirlo más que dictando de nuevo una ley siempre superior, lo cual convertía el tránsito infinito de la ley a su transgresión y el de dicha transgresión a otra ley en la única infracción capaz de mantener la eternidad de su deseo.
Página 53
El pasado
fue escrito, el porvenir será leído. Esto podría expresarse de la forma
siguiente: lo que fue escrito en (el) pasado será leído en el porvenir, sin que
ninguna relación de presencia pueda establecerse entre escritura y lectura.
Página 60
No soy dueño del lenguaje. Lo escucho sólo en su borrarse, borrándome en él,
hacia ese límite silencioso al que espera ser reconducido para hablar, allí
donde falla la presencia lo mismo que falla allí donde el deseo conduce.
Página 61
La voz sin voz, un susurro que, al no oírlo ya, él no sabía si seguía oyéndolo
todavía, a veces vibración tan aguda que estaba seguro de ello: era el trazado
chirriante de la tiza sobre la pizarra.
Página 64
Del libro "El paso (no) más allá", Blanchot Maurice, 1994, 1° ed 1973, Trad. Cristina Peretti
No hay comentarios:
Publicar un comentario