Viendo “Moby Dick”, en
canal TCM. Filmada en 1956, dirigida por John Huston, con guión de Ray
Bradbury. Gregory Peck es Ahab, Richard Basehart, Ismael. Parece que trabaja
Orson Wells.
La película empieza con la misma frase del libro: Pueden ustedes llamarme Ismael. Como si la historia de la caza de la ballena quedara en segundo
plano en relación a la escritura del texto. Como me pasó con Bolaño, en
Melville se nota una profunda pasión por escribir. Todo se desborda hacia lo
escrito, uno se da cuenta, con cierta envidia, que el escritor se vaporizaba de
placer en el acto en que escribía. Escritura orgásmica.
Ahora llega a la
habitación de Ismael, poniendo unas cabezas encogidas sobre el hogar de la
leña y amenazándolo con un hacha, Queequeg. El actor se parece al personaje
que uno tiene en la memoria: calvo, con una cola de caballos que le sale desde
el centro del cráneo, los tatuajes profusos, múltiples, en los brazos, la cara,
la espalda. Cierta cosa homosexual con Ismael. New Bedford. Me pregunto si será
un lugar real. Referencias obligadas a Jonás. ¿Será Wells el predicador que recuerda
esa historia bíblica desde un púlpito que es en realidad la proa de un barco?
Parece que sí. Queequeg y la teoría del buen salvaje puesta en escena. Pipa de
la paz y a la mar. Aparece el capitán Peleg y Bildad. El barco se llama Pequod:
pecado. Referencia al nombre Ahab: ¿un rey malvado que los perros, una vez
muerto, lamieron su sangre? ¿Ahab era un apodo? Ismael consigue una paga de 300ava
partes del botín total. No parece un gran negocio. El loco que anticipa la
historia: Elías. Referencia bíblica. Canciones de marineros que
zarpan. Debían ser comunes estos cantos. Como en “El holandés errante”, de Wagner. Un mascarón de proa que se parece
a Queequeg. En el libro, las primeras
páginas, quizá el mejor comienzo jamás escrito. La referencia a Catón pasa de
largo, así como cierto tono absolutamente cínico de escaparse hacia el mar.
Ahab no sale. Otra descripción genial en el libro. A la altura del escudo de
Aquiles. En la película, tutti de orquesta. Pierna postiza hecha de hueso de
cachalote. Música alocada, exaltación general a base de tragos de ron. Moby
Dick como un mito de marineros borrachos y malolientes. La rareza de lo blanco
como algo maligno.
En la película, algunos efectos especiales bastante pobres.
Esta bien que la película tiene más de cincuenta años. Es una suerte que sea a
color. El mar rojo de sangre. En el libro, descripciones detalladas de las
partes de los cetáceos, de los productos que se obtienen, de las diferentes
formas de cazarlas y desollarlas. Starbuck, Stubb, Pip, Flask. Leviatán, Timor
Tom, Jack, Morquan. Mapas, cartografías, un compás, arpones afilados, sogas. La
libertad del vigía, arriba del mástil, con el horizonte ilimitado. Escenas que
se repiten. Hombre al agua: mal agüero. El futuro en los huesos, según
Queequeg. Su propio ataúd anticipado. Cetología. Motín. La espera.
En el libro,
el tipo que se cae dentro de la cabeza de la ballena, al querer sacar el ámbar.
Encuentros con otros barcos. La pelea de Ahab con Dios, así, con mayúsculas. El
dios del antiguo testamento: rayos y truenos, tormentas bíblicas. Arpones
templados en sangre con alto porcentaje de ron. Tormenta sobre el mar. ¿El fuego
de San Telmo? ¿Qué era eso?
Recapitulación de Ahab, su vida, su venganza, sus secretos. ¿Ahab es Ahab? El
guión de Ray Bradbury por momentos es literal. Saca frases completas. “La sinfonía” o cómo se debe rematar
perfectamente un relato. Encuentro con la ballena, final con muerte y un cajón
que flota con Ismael encima. Un gran dios
blanco, dice Pip. La predicción de Elías se cumple.
2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario