Un hombre que camina mirando al sur de pronto tropieza contra el límite del mundo y éste le horroriza y su vista se vuelve un vapor con el que te extraño.
Una historia paralela a la de Juan Salvo, una leve historia de otros sobrevivientes donde, de manera casual el Eternauta pase fugazmente, como de perfil, haciendo solo un comentario sin importancia.
Usted se parece a mí por donde se lo mire, le dijo, aterrado y en voz baja, al espejo.
Era de tarde y seguíamos atados jugando a que nos escondíamos y siempre juntos
y cuando el día se iba apagando era vernos de cerca y tocarnos descubriendo un
mundo imposible y prohibido y la fragancia del calor emanaba como el aire
contra las flores.
Oído imposiblemente por ahí: gracioso como cuento de Felisberto Hernández.
Otoño de 2008
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