viernes, 11 de noviembre de 2011

Violin y otras cuestiones.


“Los poetas son los legisladores
no reconocidos del mundo”
Shelley


Qué bueno que la gente de página/12 se hayan dado cuenta que, poner a la venta todos los libros de Gelman cada domingo era un acierto, no sé si comercial, pero sin duda cultural. Libros a bajo precio, de calidad regular, aunque esto es lo de menos: la poética de Juan Gelman es hoy una especie de isla redescubierta que hay que salir a explorar sólo para darse cuenta que el poeta sugiere una voz propia y única en la literatura iberoamericana desde su origen.
Y quizá sea esto lo más interesante: tiene un tono, un ritmo, juega con ciertas palabras-clave, que recorrerán toda su obra poética. Una idea de estilo pero llevado al extremo. Uno podría leer algunos de los poemas del libro sin saber quién es el autor y sentir la raíz gelmaniana. Su poética es un caso singular de estilo fuertemente definido. Astor Piazzolla tiene ésta misma característica en lo musical, y la comparación no es vana: la música y, específicamente el tango, está en el centro de estos dos artistas. Y esto es notorio cuando uno puede escuchar a Juan leyendo su propia obra.

( http://www.youtube.com/watch?v=go5tjMs11EI )

“Violín y otras cuestiones” es su primer libro, editado en 1956 y con prólogo de otro gran poeta: Raúl Gonzalez Tuñón, quien descubre fascinado a éste joven poeta, que es sin duda, la única forma en que uno puede leer éstas páginas, frescas, comprometidas, dulcísimas: con una fascinación y una sorpresa contínua. Poemas como “Mujer encinta”, “Niños: Corea 1952” “Un viejo asunto” y “Final” recorren la gama temático-estilística de la cual, por suerte, Juan Gelman nunca saldrá: la muerte, la política, el amor, la poesía, son los temas básicos donde va a pararse para generar una obra que hoy es reconocida como fundamental para la literatura iberoamericana.



miércoles, 9 de noviembre de 2011

Interrupciones

Un blog comienza y luego ya no se sabe dónde va a llegar. Con la idea de un proyecto uno arranca un poco fascinado con la posibilidad de ver sus textos de alguna manera "impresos". Más tarde uno va viendo que hay alguien en algún punto de este vasto mundo que ha leído lo que uno escribió, y esa sí que es una sensación rara: hay gente, por ahí, en algún lugar de, por ejemplo, Torrecillas o el Congo, el Barrio Latino o Calamuchita, que ha leído el texto que, humildemente, escribí. Gente qué, increíblemente, tiene una cara, un corazón, y vive su vida bajo el sol de Suecia o ve los atardeceres perderse en las costas de Australia. Es como que uno empieza a sentir cierta responsabilidad escrituraria, por decirlo de alguna manera, responsabilidad que es un poco más que un divertimento, pero que no deja de serlo (como bien debería ser toda escritura literaria).

Pero los proyectos van y vienen, las cosas se caen y se levantan, y quien sabe dónde terminarán estas páginas virtuales.

Quizá la falta de tiempo e incluso de ganas va a ir tornando este blog, en una página con aún menos pretensiones que las que tenía, es decir, se va a permitir ciertas interrupciones donde, al modo quizá de las aguafuertes de Arlt, se publiquen cosas que no entren tanto en la crítica o en el placer de escribir algo sobre lo que se ha leído.

Volver, entonces, a la idea de continuidad de este blog. Y lo que es peor (y quizá nefasto): sugerir que la idea de sumatoria de textos (acá, "entradas") producen fatalmente un escrito literario. Fatalmente también, esto va a tener que ver con la literatura, y cuando no, serán escritos con pretensiones de tal cosa. Por eso quizá "literatrofia": escribir es darle sentido al mundo, sí, pero también atrofiarlo, remover sus bajos fondos, revolucionar sus posibilidades. Algo así quizá debería ser el arte: una búsqueda continua, un incesante embarrarse los pies contra una página sugerentemente blanca, blanca y virtual.