lunes, 5 de mayo de 2014

Interrupciones


Cada tanto reviso lo que podría llamar “mi mesa de trabajo”. Un amontonamiento de libros, el mate omniprescente, el cenicero lleno de puchos, la ventana para chusmear afuera cada vez que levanto la cabeza. Me sorprendo viendo la cantidad de libros que se apilan, marcados en la página donde los fui dejando para arrancar con otro. Algunos son releídos invariablemente, una y otra vez. Pero en general, ando con lecturas muy dispersas, irreconciliables. Aunque me gusta pensar que quizá no carezcan de cierta lógica secreta y feliz.


Racconto: Antología general, de Pablo Neruda, Aventuras de un novelista atonal, de Alberto Laiseca, Revelación de un mundo, de Clarice Lispector, La manga, de Raúl Escalabrini Ortiz, Ulises, de James Joyce, Historia crítica de las corrientes ideológicas argentinas, de Hugo Chumbita, El barón rampante, de Italo Calvino, Hoy, de Juan Gelman, Imperialismo y Cultura, de Juan José Hernandez Arregui y los Cuentos completos de Juan José Saer.


Hagan ustedes la relación posible, yo sólo hice el recuento.


Me he fijado de ciertas relaciones entre mis libros, cierto orden por alguna afinidad que quizá me sobrepasa, por ejemplo: los libros de Saer están siempre al lado de los de Faulkner que están al lado de los de Juan Carlos Onetti. Enrique Vila Matas con los de Mario Levrero. Los libros de Felisberto Hernandez con los de Cortázar.


Los más obvios: Juan Gelman y Paco Urondo, Borges y Bioy, Roberto Bolaño con Mario Bellatín, o Henry Miller con Martin Amis.


Pero que alguien que me explique qué hace Juan Filloy al lado de Bocaccio, o Marcel Proust al lado de Jean Paul Sartre. ¿“Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy” acodado sobre “Lolita”? ¿Haroldo Conti al lado de Artaud?


Como no podía ser de otra manera, El Quijote está cerca de la biblia, y el voluminoso y casi ilegible “El hombre sin atributos” sosteniendo los diarios de Witold Gombrowicz.


A simple vista, y volviendo a la ampulosamente llamada “mesa de trabajo” se parece al caos completo, pero no dejo de sentir que detrás de estas juntadas hay una lógica irrefutable y definitiva.

No hay comentarios: