sábado, 14 de junio de 2014

Literatura Patagónica: Sur Realismo, de Mauro "Calaverita" Mateos.

La literatura patagónica tiene una característica extraña: deambula en los contornos, quiere safar del lazo con la cabeza de Goliat, pretende instituir un corpus diferente a los canónicos centralismos porteños. Se puede pensar que hay una vuelta a las batallas entre unitarios y federales, o que estas en verdad, no terminaron nunca, como se dice, con la traición de Urquiza en Caseros.

Los caudillos federales siguen vivos, de muchas maneras. El dualismo acuñado por Sarmiento y bellamente defenestrado como zoncera por Arturo Jauretche, no dejó nunca de ser un parámetro para medir los fervores políticos/poéticos argentinos. Sin ir mas lejos, las antagonías actuales se han generado a causa de un flaco que vino del sur profundo, desgarbado y discutidor, y la cosa reavivó el fuego. Es claro que me refiero a Néstor Kirchner, les guste o no.

Literatura y política, poética, realismo y surrealismo, este gaucho vuelve a su rancho lisérgico en cada texto. El histeriqueo que enlaza el contorno, el borde del mundo con sus centros. El Aleph de Borges, en cada gota de lluvia. La mitificación de algunos lugares perdidos, justamente para que no se pierdan: un columpio viejo en el barrio Estación que es La Muerte, una casita en la aldea Epulef donde existe la arquitectura del universo, o los mapas que forman las arrugas en las caras de algún viejo.

Combinemos con esta especie de rescate y versificación de las particularidades de la ciudad de Esquel, a la calentura sexual que sostiene el universo del libro (y también, al universo a secas) junto con esa esfumada realidad del que sueña o es soñado, ese que es uno y múltiple, nunca se sabe. 

Aprontes dolinescos, exaltación de la soledad como espacio vital, juegos girondeanos de palabras, cabroneadas futbolísticas de potrero lleno de piedras, se oponen y complementan a la pérdida de la infancia y a la antelación de la ancianidad que como en un juego de opuestos se cierran sobre sí mismos.

El fragmento, el texto corto, punzante, como vomitado al papel: Charles Bukowski se masturbaría feliz con alguno de estos textos, donde el marco general pareciera construido sobre una de las películas de Ed Wood.

A todo esto hay un coro de niños y astronautas con un vals, es decir: hay una lógica tanguera en Sur Realismo, donde Borges y Perón se reconcilian bailando borrachos y drogados, donde se silban tangos de Gardel y uno vuelve a la oposición unitarios/federales.

La literatura patagónica deambula en los contornos: Jorge Spíndola, el "Mochi" Leite, Laureano Huaiquilaf, saben bien esto, como también lo saben Sam Shepard o Jim Jarmush, por allá en sus contornos propios.

Pero una vez terminado el libro me aparece la idea de reconciliación: la literatura patagónica deambulando, sí, pero como un universo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ningún lado.

 

* Sur Realismo, Almacén de mambos generales, de Mauro Mateos, fue editado por Remitente Patagonia en 2013, y tiene prólogo de Jorge Oriola.

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